La escuela, vital para garantizar el derecho a la alimentación de millones de niños y niñas
16 Oct 2020
El 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una conmemoración creada en 1979 por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación 2(FAO) con el objetivo de concienciar sobre el problema alimentario a nivel mundial y luchar contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
El lema de este año, “Cultivar, nutrir, preservar. Juntos. Nuestras acciones son nuestro futuro”, hace un llamamiento a la unidad de las naciones en un momento muy delicado, también para la alimentación, como es la crisis sanitaria del COVID-19.
Se calcula que más de 2.000 millones de personas no tienen acceso regular a una alimentación sana y suficiente. De ellos, casi 690 millones padecen hambre, 10 millones más que en 2019. Las estimaciones de la FAO anuncian que la pandemia del COVID-19 podría añadir entre 80 y 130 millones de personas a esta cifra
Educación y seguridad alimentaria
No podemos olvidar que la educación, la escuela y la alimentación van de la mano en el desarrollo de millones de niños y niñas. El cierre de las escuelas a causa del COVID-19 está teniendo un impacto en la nutrición de muchos estudiantes. Según datos de la UNESCO, se estima que, a nivel mundial, más de 365 millones de niños y niñas de escuela primaria no están recibiendo alimentación escolar.
En los hogares más pobres, la pérdida de este beneficio tiene un impacto negativo en los ingresos y la seguridad alimentaria. Estos niños y niñas corren el riesgo de pasar hambre y perderán la protección de vitaminas y micronutrientes fundamentales que reciben de las comidas escolares, lo cual perjudica el desarrollo del cerebro y el aprendizaje. Además, la pérdida de la ayuda alimentaria en las escuelas puede agravar la pérdida de ingresos debido a la crisis y es posible que las familias recurran a mecanismos negativos de respuesta para satisfacer sus necesidades.
Desde Global Humanitaria, creemos que la educación es una herramienta clave para asegurar el derecho de la infancia a una alimentación saludable y suficiente. Así lo comprobamos desde hace más de 20 años en proyectos como los de Cochabamba (Bolivia), Tumaco (Colombia) o Petén (Guatemala), donde impulsamos comedores escolares, implementamos huertos escolares y familiares y llevamos a cabo labores de sensibilización entre estudiantes, profesores y familias.
Ahora, en este contexto de pandemia global, es más necesario que nunca garantizar la seguridad alimentaria. No podemos permitirnos dar ni un paso atrás, para que la crisis sanitaria y económica mundial no acabe convirtiéndose en una crisis alimentaria en muchos lugares del planeta.