Mari Luz es madrina de Kanha, ( Daun Pheu, Camboya) “Mi objetivo desde hace mucho tiempo ha sido ayudar a la comunidad infantil camboyana, en especial a las niñas por su mayor vulnerabilidad”, nos cuenta Mari Luz, madrina desde hace más de 20 años.” En su día, cuando lo decidí, había muchos pederastas que viajaban a estos países debido a la ausencia de controles policiales o de ignorarlos por intereses económicos. Eso me impactó tanto que decidí contribuir en lo que estuviese en mi mano.
“Desde entonces he sido madrina de cuatro niñas y he ido recibiendo fotos, cartas, y felicitaciones de Navidad hechas por ellas. Mi aportación económica siempre ha sido destinada a sus necesidades escolares e incluso algún juguete, pero también a necesidades básicas. Eso hasta que son mayores y ya tienen una formación suficiente.
Me emociona recibir sus cartas y agradezco la mediación de Global Humanitaria de Barcelona y de Camboya, siempre atentos y dispuestos a canalizar los donativos y ayudando a traducir sus mensajes. La generosidad y compromiso de Mari Luz han permitido ampliar el material de la escuela de Daun Pheu donde asiste Kanha .
Lola y Cassandra son madre e hija y juntas apadrinan a Yasmilín una niña de 5 años de Arbieto, Bolivia, a la que escriben de forma regular. Llevan más de 10 años colaborando con Global Humanitaria pero hasta este año no han decidido iniciar correspondencia. "Cuando vimos la foto de Yasmilin, sentimos el impulso de saber más de ella.. Y decidimos escribirle. Nos centramos en saber cómo está y que le gusta. Que sienta que hay alguien que se preocupa por ella y quiere conocerla aún más, aun siendo de países tan distintos". Es un niña preciosa. Nos gustaría que estudiase, que sea una mujer independiente que manejara su vida. Donde sea, pero con autonomía. Y sobre todo feliz, muy feliz”.
“Empezamos a colaborar” dice Lola cuando salió una campaña en televisión, hace ya muchos años, y hablando en casa con la familia, nos decidimos a apadrinar. Fue un acto impulsivo, pero luego me enamoré de los niños y el proyecto, y ,aunque muchas veces he pensado en dejarlo por motivos económicos, siempre he hecho el esfuerzo de mantener mi ayuda.
"Intentar ayudar a un niño que lo necesita es algo precioso”, añade Casandra. “ Soy muy empática y esto me llena mucho: saber que con nuestro pequeño grano de arena, pueden aspirar a más, me hace muchísima ilusión".