Oktay, 35 años (segundo por la dcha), trabajaba en el turno de noche en una fábrica de Samandag (Turquía) cuando se produjo el terremoto que causó la muerte de más de 50.000 personas al sur de Turquía el pasado mes de febrero. Al finalizar los temblores fue a su casa con la esperanza de encontrar con vida a su mujer y sus dos hijos. ‘Cuando llegué vi que nuestro edificio había colapsado y los vecinos estaban intentando sacar gente de entre los escombros. Se escuchaban gritos de auxilio, pero no teníamos las herramientas necesarias para mover las ruinas. Aunque conseguimos salvar a algunas personas, no pudimos encontrar a mi familia. De hecho, la ayuda no llegó hasta tres días después del terremoto. Muy tarde, demasiado tarde. Días después, pude recuperar sus cuerpos. El terremoto me lo ha quitado todo".
Cuando Global Humanitaria, que desplazó un equipo a la zona, conversó con él compartía una tienda de campaña con otras diez personas. Además del trauma de la trágica pérdida de su familia, Oktay debía hacer frente, como otros supervivientes, a la pérdida del hogar y la falta de empleo y servicios de asistencia básicos.
En esta zona del sur de Turquía, en poblaciones como Samandag (121.109 habitantes) prácticamente el 100% de sus edificios se derrumbaron. Todo ello hizo que los supervivientes improvisaran campamentos donde continúan compartiendo precarias tiendas de campaña que guardan todo lo que tienen. Estas se agolpan a ambos lados de la carretera principal, lo más cerca posible de la ayuda que apenas llega. La falta de productos de higiene, aseos, duchas o ropa limpia ponen en riesgo la salud de la población.
En ese sentido, Global Humanitaria trabaja con la ong local CYDD identificando las necesidades de las familias poniendo el foco en la infancia. Allí hemos llevado alimentos, ropa y productos de higiene, como puedes ver en este video: Llevamos ayuda a Turquía: dos meses después del terremoto la emergencia continúa